Dinero x felicidad. ¿Es eso mismo?

Hace unos días, una actriz, estrella de cine, conocida por varias películas exitosas en la pantalla grande de todo el mundo, confió en una entrevista que, a pesar de su fama y fortuna, se reconoce a sí misma como una persona infeliz.
Seguramente habrás leído muchas veces noticias parecidas a esta. Si no actrices o actores, cantantes, empresarios y, más recientemente, influencers digitales. En común, todos ricos. O incluso más que eso.
¿Pero como asi? ¿Cómo estar triste con tanto dinero disponible? ¿Es realmente cierto ese viejo adagio de que “el dinero no puede comprar la felicidad”? ¿Será que, a pesar de ser pobre, al menos puedo ser feliz?
Porque es precisamente este curioso dilema el que trataremos en este texto, sin pretender, obviamente, agotarlo. Pero, quién sabe, puede que encuentres esa respuesta que vale un millón de dólares por aquí…
ALGUNAS DEFINICIONES…
Los diccionarios definen el dinero como un “medio de pago”, o “en forma de monedas y billetes”, con “emisión y control por parte del gobierno de cada país”. Desde la creación de las criptomonedas, la entrada necesitaba ser actualizada.
Considere el dinero, también, un valor monetario de naturaleza exclusivamente digital, creado en una red blockchain, sin ningún control gubernamental y bajo el control de los propios usuarios.
Una libertad que, en teoría, se asemeja a la cualidad o estado de ser feliz, oa la plena conciencia de satisfacción, contentamiento, bienestar. No es casualidad que la felicidad también se defina como una “buena fortuna”.
Nótese, sin embargo, que el hecho de ser feliz no tiene relación directa con el dinero, a pesar de la estrecha definición que brindan los diccionarios. Una cosa puede estar ligada a otra sin ser la misma.
¿ENTONCES PARA QUÉ DINERO?
Ahí radica el problema común con los análisis de la relación entre la felicidad y el dinero. La cuestión es cómo se actúa para que estas dos variables puedan ser complementarias entre sí.
En el mundo en que vivimos, el dinero es una de las necesidades básicas para la supervivencia, empezando por ti y tu familia. Cumplimos con nuestros horarios de trabajo para que nos lo ganemos y, al menos, nos mantengamos.
Sin dinero, estamos a merced de todo tipo de necesidades, desde las más básicas hasta las relacionadas con el consumo, desde las ganas de comer helado en un día caluroso hasta comprar una nueva casa.
La felicidad aquí está en cada logro, desde el más simple hasta el más sofisticado, proporcionado por lo que el dinero puede entregar, ya sea en productos, servicios y experiencias para toda la vida.
¿ENTONCES PAGAS POR LA FELICIDAD?
Frente a lo que se puede definir como una relación de consumo, sí. ¿Cuánta alegría no viene naturalmente en el paquete de nuestros sueños cuyo dinero era decididamente necesario para alcanzarlos?
Ante la duda, fíjate en la alegría de los recién casados en sus fiestas de boda, del joven que acaba de recoger su flamante moto en el concesionario, del empresario que abre una nueva sucursal. Nada de esto fue gratis. El dinero pagó por toda esta alegría.
Sin embargo, por más relevante que sea para cubrir los gastos de casi todo lo que tienes en la vida, el dinero por sí mismo no tiene la capacidad de acumular felicidad, más cuando todo su valor pierde su utilidad.
Que lo digan los moribundos, incluso los millonarios, que no se negarían a entregar toda su fortuna por unas horas más o, tal vez, minutos de vida. Es en este momento de infelicidad que se conoce la finitud del dinero.
UNA ÚLTIMA REFLEXIÓN
Por lo tanto, sea cual sea tu vida económica, procura que pueda ser provista con alegría, en abundancia o en escasez, para que tu existencia no se evalúe por tu capacidad monetaria, sino por hacer que la vida valga la pena.