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¿El dinero realmente compra la felicidad?

Actualizado agosto 29, 2022 | Autor: Rodrigo Viudes
¿El dinero realmente compra la felicidad?

Como de costumbre, o por pura curiosidad, apuestas a un billete de lotería. Para su sorpresa, todos los números están sorteados. ¡De repente, su cuenta bancaria tiene un saldo de más de siete cifras!

¿Qué nombre le puedes dar a este momento? ¿Felicidad? Ciertamente si. Después de todo, ¿quién estaría triste por convertirse en millonario? Pero, ¿qué pasa con los que ya lo son: serían personas felices solo porque son ricos?

Bueno, por supuesto, las respuestas pueden ser lo más diversas posibles, ya sea reflejadas por quienes tienen poco o mucho dinero. Pero a pesar de que la cuenta bancaria es tan diferente, ¿cuál es la perspectiva de los otros valores de la vida?

Esto es lo que trataremos aquí en este texto, con el fin de hacerles reflexionar sobre cómo es o podría ser nuestra relación con el dinero o las riquezas que siempre ha existido en la humanidad. Después de todo, ¿el dinero ‘compra’ la felicidad?

POBREZA Y RIQUEZA

Es inevitable aquí no comenzar nuestro análisis con la vieja dicotomía financiera que separa a las personas por la posesión de bienes, materiales o no: riqueza y pobreza. Cuanta más riqueza, más rico eres; lo contrario también es cierto.

Esta separación es bastante evidente, por ejemplo, en las grandes ciudades, donde se ubican los condominios de lujo y las favelas, donde la convivencia entre el dinero y la felicidad suele estar asociada al estatus social.

Es curioso observar, sin embargo, que aun en baluartes donde la prosperidad financiera no encuentra cobijo, una alegría asalariada resiste a la adversidad, explicada por la solidaridad mutua y las relaciones sociales y culturales.

Incluso en las mansiones, aunque enclaustradas, hay cierta libertad en el ámbito de las experiencias que proporciona el dinero que permite realizar, no pocas veces reservadas a privilegiados ilustres.

VIDA Y FINANZAS

Como es bien sabido, la posesión de la mayor riqueza conocida en nuestro tiempo -grandes negocios, inversiones y emprendimientos- está en manos de unos pocos, ya sea en Argentina o en el mundo.

En teoría, mientras esta minoría disfruta el tiempo de su existencia con los llamados ‘placeres de la vida’, la inmensa minoría sólo trabaja y, como mucho, simula unas cuantas experiencias de bonanza.

Sin embargo, entre los ricos sólo pueden contarse aquellos que están dispuestos a someterse al rigor del control financiero que exige sacrificios ahora para cosechar los beneficios posibles del dinero en el corto, mediano y largo plazo.

Que lo digan quienes, con el esfuerzo de su propio trabajo, logran ofrecer mejores condiciones de vida o dignidad a su familia, lo que, en sí mismo, es motivo de alegría, aunque sea susceptible de desempleo.

VALORES Y VALORES

Por eso, por poco o más dinero que tengas, la verdadera medida del valor de lo que vives está en la experiencia de vida de cada uno. Esto explica, por ejemplo, por qué hay una vida sencilla y feliz o una vida rica y aburrida.

Cualquiera que sea la cuenta bancaria que tenga una persona, puede ser en las opciones más simples para acumular los verdaderos valores de la vida. Entre tantos, podemos mencionar algunos que pueden valer más que una olla de oro:

  • Practica la generosidad
  • Paga antes y disfruta después
  • Ahorrar más que gastar
  • Gastar más en experiencias que en cosas
  • Construir una reserva de emergencia
  • Valorar a las personas por su carácter y no por su herencia
  • Done su valioso tiempo a causas dignas
  • Aprende a multiplicar tus ganancias sin olvidar dividirlas

ENTONCES, ¿CUÁNTO ES TU FELICIDAD?

Después de leer este texto, es posible que hayas confirmado o incluso reevaluado tus criterios sobre lo que defines como felicidad. Evidentemente, se sabe que el dinero es algo necesario y no es, en muchos hogares, el comienzo de la infelicidad.

Sin embargo, reflexiona: si tu capacidad de cambio financiero es capaz de brindarte tiempos de prosperidad, ¿cuánto vale tu tiempo ahora? ¿Podrías pagar por un segundo más? La alegría de vivir no tiene precio.