¿Qué tan bien cuidar una tarjeta de crédito?
Quienes siguen nuestras publicaciones diarias ya notaron que cada dos días publicamos regularmente al menos un texto dedicado a una tarjeta de crédito, ya sea argentina o incluso mexicana.
Sí, tenemos muchos internautas viendo este mercado en la tierra de Chespirito. Ya sea allá o aquí, el dilema es común: después de todo, ¿cómo puedo mantener una tarjeta de crédito sin correr el riesgo de hundir mi presupuesto en ella?
Ante esta pregunta común, y justo a tiempo para nuestros días difíciles por aquí, decidimos preparar contenido para ayudarte a lidiar con esta opción de pago que está en manos de millones de argentinos.
Si estás en medio de esta multitud, no pierdas el tiempo: síguenos en los siguientes párrafos. De lo contrario, continúa de la misma manera para, quién sabe, reforzar tus convicciones sobre tener o no tener una tarjeta de crédito.
¿QUÉ ES UNA TARJETA DE CRÉDITO?
En primer lugar, es importante que seamos completamente transparentes sobre la definición de una tarjeta de crédito. Hay quien dice que ese es dinero que el banco ‘da’ y luego cobra con intereses. Casi Eso.
Primero, el banco no ‘da’. De hecho, pide prestado. Y, sí, cobra, sin uno solo, a los que no se atreven a devolver lo gastado con todos sus innumerables compromisos económicos –desde pagar un chocolate hasta pagar a plazos un viaje a Europa–.
Por tanto, quien decide tener una tarjeta de crédito es consciente de que está tratando con dinero de terceros (principalmente el que pasa por los bancos) y que necesita devolverlo, mediante el pago regular (y no el mínimo) de la mensualidad. facturas.
¿QUIÉN PUEDE TENERLO?
Cualquier persona mayor de 18 años puede, en teoría, tener una tarjeta de crédito. Exceptuando, obviamente, a los menores que puedan tener otros adicionales, sujetos a la estrecha vigilancia de los titulares (en general, padres o tutores legales).
Como te habrás dado cuenta, incluso en nuestros textos sobre tarjetas de crédito de diferentes bancos, los requisitos varían según las reglas de cada emisor (en este caso, las entidades financieras).
Esto es necesario porque cada persona, aunque tenga características salariales similares, lleva su propio historial financiero. De ahí la mayor o menor liberación del límite, según cada análisis.
¿QUÉ MODELO ES MEJOR PARA MÍ?
De la misma forma que sueles comprar zapatos, también debes comprobar si la tarjeta de crédito deseada se ajusta a tu presupuesto personal. De nada sirve elegir lo mejor del mercado si no sirve a tus ingresos o salario.
Además de las clasificaciones más comunes (básica, internacional, dorada, negra, etc.), existen diferentes tipos de tarjetas de crédito cuyo mantenimiento varía de una a otra. Compruébelo a continuación y vea cuál se siente mejor para usted hoy:
- Tarjeta sin anualidad: muy común en los bancos digitales. No pagas la comisión anual. Por otro lado, puede que no tenga los mismos beneficios que una tarjeta de crédito similar con cuota anual. En caso de duda, compare.
- Tarjeta con cuota anual: la mayoría sigue disponible en el mercado. Como su nombre indica, es necesario pagar una comisión al banco cada 12 meses para mantenerlo activo. Por lo general, tienen muchos beneficios adicionales.
- Tarjetas adicionales: son las que emiten los titulares para que otra persona en su domicilio (cónyuge, hijos, etc.) pueda utilizar la misma cuenta. La factura, sin embargo, es una sola, para que puedas tener un control sobre los gastos.
- Tarjetas prepago: tú decides tu propio límite de gasto, dependiendo de la cantidad de dinero que dejes en tu cuenta corriente. Solo tenga en cuenta cuándo se le pueden cobrar las tarifas.
¿CÓMO USAR?
La respuesta más directa imposible: con juicio. Y la inteligencia, por supuesto. Una tarjeta de crédito puede ser ese ‘amigo del consumo’ si se siguen unas reglas muy básicas:
- Pague siempre el importe de la factura en su totalidad ya tiempo. Si optas por el mínimo, la diferencia llega al mes siguiente, con intereses.
- Utilizar estrictamente lo necesario. Prefieres pagar lo que puedas en efectivo
- No superar el 80% del límite. Deja el 20% restante (o más) para alguna eventualidad.
- Evítalo si no sabes cómo controlar tus gastos.