SOS Argentina: ¿Por qué los extranjeros evitan invertir aquí?
Volvió a pasar: las acciones argentinas se desplomaron en Wall Street, el principal centro financiero del mundo, ahora en 6,6%, reflejado en 2,2% en el índice Merval, que mide el flujo y reflujo de las acciones en Buenos Aires.
Detalle: la devaluación ocurrió a pesar de las primeras declaraciones a la prensa de la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis –entre muchas, que el país cumplirá sus metas con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Peor para Argentina, porque la repercusión de otro revés en la Bolsa de Valores de Nueva York es un mensaje más al mercado internacional de que los mercados todavía desconfían mucho de nosotros aquí.
No es casualidad que las inversiones extranjeras sean cada vez más escasas o, como se dice en el mercado financiero, sin perspectivas de liquidez. Sondeamos algunas razones que exponemos a continuación.
1 – HISTORIA DE LAS CALCOMANÍAS
A los ojos del mundo somos pagadores de deudas incobrables. Y la historia misma se encarga de entregarnos. Desde principios del siglo XIX hasta mediados del actual, Argentina ya ha realizado al menos nueve defaults -o defaults, en lenguaje financiero-.
Solo con el FMI, el país ya ha declarado ocho moratorias, es decir, la suspensión de pagos relacionados con la deuda. La renegociación de US$ 44 mil millones, aprobada en marzo, representa una mera tajada del pastel del deudor.
En total, el agujero de Argentina con el fondo asciende a 366.000 millones de dólares, 46,6 billones de pesos argentinos. El valor es cercano al Producto Interno Bruto (PIB), la suma de todas las riquezas del país, hoy de poco más de 400 mil millones de dólares.
También habría que considerar otro riesgo de default, con el propio mercado interno, del orden de los 5.000 millones de dólares ya vencidos. En otras palabras: otro capítulo nefasto del histórico default del gobierno argentino.
2 – RIESGO PAÍS
Quienes invierten en tierras extranjeras necesitan previsibilidad, al menos seguridad financiera, legal e incluso política, para que el dinero invertido no se pierda de la noche a la mañana.
Para ello existen termómetros internacionales que miden la capacidad de un país para honrar sus compromisos. Uno de ellos es el Credit Fault Swaps (CDS) – que mide el riesgo de las operaciones de crédito.
La indicación de riesgo se da en porcentaje. Cuanto más grande, peor. A modo de comparación, el CDS para contratos a cinco años en Argentina en mayo fue del 20%, mientras que en el vecino Brasil no superó el 2% en el mismo período.
3 – ALTO INTERÉS + DEVALUACIÓN DE LA MONEDA
Continuemos este análisis con los brasileños. Allí, la tasa de interés anual, denominada Selic, se ubicó este lunes en 12,75 %. Aquí, la misma variable alcanzó el 49%, con posibilidad de avanzar aún más.
Este porcentaje se centra, por ejemplo, en la rentabilidad de los productos financieros de renta fija. En teoría, el retorno de la inversión aquí sería mucho más ventajoso que en la tierra de Pelé, samba y compañía.
Sin embargo, los inversores no solo miran cuánto pueden ganar, sino también cuánto pueden perder. Este balance está influenciado principalmente por la vulnerabilidad económica del país, sin perspectivas de mejores días en el mediano plazo.
Aún queda otro lastre: la creciente devaluación del peso argentino frente al dólar -hoy en una relación de 1 x 122-. La fragilidad de la moneda nacional termina por indexar el ‘costo-Argentina’ en las cifras del dinero estadounidense.
4 – INFLACIÓN + RECESIÓN
Otro factor importante que preocupa a los inversores extranjeros es la inflación galopante. Sólo en los últimos doce meses, la acumulación superó el 60%. Pero eso no es todo: el mercado estima que superará el 100% en diciembre.
Este descontrol es, en sí mismo, un componente que dificulta la planificación de cualquier industria que promueva la posibilidad de instalar una fábrica en el país, por ejemplo. ¿Cómo calcular el costo real?
Y más: ¿cuál es la garantía de rentabilidad en un mercado en plena recesión? Sería como pagar para producir, a pesar de las exenciones fiscales que pueda ofrecer el gobierno.