¿Vale la pena ser garante?
Es mediodía y recibes un mensaje críptico de un familiar o amigo: ‘hoy necesito hablar contigo sin falta’. Inmediatamente, ya modificas la pregunta: ‘¿de qué quieres hablar?’.
Después de todo, este tipo de contacto preliminar puede ser cualquier cosa: desde confiar algo realmente importante sobre la familia, el trabajo u otro asunto relevante, hasta la estrategia cliché de la expectativa de venderte algo. Nadie merece.
Pero, no deja de haber razón para algo tan preocupante como (y, por qué no decirlo, indeseable): la persona quiere que seas su garante en alguna situación contractual o empresarial. Entonces, ¿cuál sería tu respuesta?
En tiempo de que tengas muy clara tu posición en la punta de la lengua, analizamos a continuación los riesgos a los que puedes estar expuesto si colocas tus bienes y, sobre todo, tu nombre, a la palabra o interés de terceros.
PRIMERO, UNA CONSIDERACIÓN…
Además del aspecto que, por sí solo, ya engloba todos los aspectos que enumeraremos más adelante, existen otros factores que también entran en la cuenta de la valoración de la persona cuando pretende colocarse como fiador.
Empezando por criterios afectivos, especialmente en la relación entre padres e hijos, u otras relaciones en las que exista una estrecha relación de afecto y confianza. Esto puede pesar en la aceptación de la propuesta.
También aquellas situaciones en las que exista una condición de deuda económica con el solicitante, o incluso de gratitud. Es decir, no se trata sólo de decir ‘sí’ o ‘no’. En ciertos casos, hay contextos personales.
RIESGOS INMINENTES
Si decide aceptar la solicitud del niño o de un amigo, debe ser consciente de los riesgos que puede correr si la persona no cumple con su compromiso financiero y usted debe pagar la factura. Vea:
- Pérdida de dinero: es la primera pérdida. Tendrás recursos alineados para otros compromisos presupuestarios o, en el ‘mejor’ caso, lo que tengas ahorrado en el banco o incluso en algún tipo de inversión.
- Pérdida de bienes: si sus reservas financieras no son suficientes para cubrir el déficit que le queda por pagar, sus bienes se pagan hasta el monto adeudado. Dependiendo de la situación, incluso la propia casa.
- Nombre negativo: además de perder dinero y bienes, tu nombre también se va al barro. Ser negativo es una mala noticia para cualquiera que necesite crédito para recuperarse después de la quiebra.
PERO NO ES SOLO…
Sí, aún puedes empeorar lo que ya es muy malo. Hay otros acontecimientos relacionados con la dilución de sus finanzas, activos, nombre y credibilidad, que impactan directamente en la vida del garante.
- Afectivo: además de la deuda, el fiador tendrá que lidiar con las reacciones de su propia familia ante la ‘aventura’ que vivió. Peor aún cuando se decide sin el consentimiento del esposo o la esposa. El riesgo de divorcio es inminente.
- Mental: la cabeza empieza a tener muchas más preocupaciones, además de las que ya tenemos en la vida cotidiana. Este aporte afecta lo psicológico a tal punto que interfiere en el día a día laboral y en las relaciones familiares.
- Salud: la suma de tensión afectiva y mental acaba perjudicando la salud. La ansiedad, el estrés y otras patologías pueden surgir o empeorar, dando lugar a la utilización de medicación para superar el día a día.
¿DE VERDAD VALE LA PENA?
Bueno, después de todo lo expuesto anteriormente, quizás tenías una visión más amplia y, al mismo tiempo, real de quién se propone ser fiador de alguien. Pero, como siempre recordamos aquí, la elección es tuya. No digas después que no te avisamos. ¿Necesitas dibujar?
Ante la duda, vuelve a leer detenidamente este texto y considera si ser avalista es tu mejor opción.